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Los Versos Satánicos – Salman Rushdie

  Los Versos Satánicos   Salman Rushdie Satanás, relegado a una condición errante, vagabunda, transitoria, carece de morada fija; porque si bien a consecuencia de su naturaleza angélica, tiene un cierto imperio en la líquida inmensidad o aire, ello no … Seguir leyendo

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¿QUIERE USTED ESPERAR?

¿QUIERE USTED ESPERAR? ALFRED BESTER Los hay que siguen escribiendo esos relatos anticuados sobre Tratos con el Demonio. Ya saben, azufre, conjuros y pentagramas; engaños, burlas y ensueños. No saben lo que dicen. El demonismo del siglo veinte es liso … Seguir leyendo

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SATANAS — GIBRÁN KHALIL GIBRÁN

GIBRÁN KHALIL GIBRÁN
LA TEMPESTAD
(1920)
SATANAS

El Padre Samaan era profundo conocedor de temas espirituales y teológicos, versado en los secretos del
pecado venial y mortal, y una autoridad en los misterios del Paraíso, el infierno y el Purgatorio.
Su tarea era recorrer las aldeas del Norte del Líbano, predicando al pueblo, curando a las almas del mal y
previniendo a los hombres contra las acechanzas de Satán, a quien el Padre Samaan, día y noche, combatía
sin descanso.
Los campesinos lo respetaban y reverenciaban, y estaban siempre dispuestos a pagar sus consejos y
oraciones con monedas de oro y plata. Y en toda colecta, aportaban los mejores frutos de su trabajo.
En una noche de otoño, cuando el Padre Samaan se dirigía hacia su solitaria aldea, atravesando un sitio
desolado en medio de valles y colinas, oyó un grito angustioso prove niente del costado del camino. Se
detuvo, miro’en dirección al lugar de donde provino el llamado y vio un hombre desnudo, tendido sobre el
suelo. La sangre brotaba de las profundas heridas de su cabeza y de su pecho mientras gemía e imploraba
socorro:
-¡Salvadme! ¡Socorredme! ¡Tened piedad de mí, me estoy muriendo!
El Padre Samaan miró, perplejo, hacia el caído diciéndose: «Este hombre debe ser un ladrón…
Seguramente trató de asaltar a un viajero y fracasó; está ágonizando y, si muriera en mis brazos, me
responsabilizarán de su muerte. Así pensando, siguió su camino; mas el moribundo detuvo sus pasos
gritando:
– ¡No me abandones! ¡No me abandones! ¡Me conoces y te conozco y moriré si no me socorres!
El Padre, entonces, se detuvo y empalideció al pensar que estaba negando un auxilio, y con labios
trémulos se dijo: «El ha de ser, sin duda, uno de los locos del bosque. El aspecto de sus heridas hace
temblar mi corazón; ¿qué haré? ¿En que puedo ayudarlo? Un médico de almas no cura cuerpos»
Y el Padre se alejó; mas, cuando había dado unos pocos pasos, el moribundo lanzó un gemido que
conmovería el corazón más duro. El Padre se detuvo nuevamente y oyó al herido que decía, con un
jadeo:
-Acércate. Acércate, pues somos amigos desde hace mucho tiempo… Tú eres el Padre Samaan, el
Buen Pastor, y yo no soy ni un loco ni un ladrón. Ven a mi lado y te diré quién soy.
El Padre Samaan se acercó al hombre, se inclinó y lo contempló atentamente. Mas tan sólo vio un
rostro extraño; un rostro lleno de contrastes; vio inteligencia y maldad; fealdad y belleza; perversidad
y ternura… Erguiéndose, retrocedió de un salto exclamando:
-¿Quién eres? ¡Nunca te vi en mi vida! Y el moribundo, con voz débil, dijo:
-No tengas recelo de mí, Padre, que hace tiempo que somos amigos. Levántame y llévame hasta el
arroyo y lava mis heridas.
-¿Quién eres tú? Dímelo, pues no te reconozco ni recuerdo haberte visto.
Y el hombre respondió con voz agonizante:
-Me conoces muy bien. Me has visto ya mil veces, hablas de mí todo el día y te soy más querido que
tu propia vida. Pero el Padre Samaan, sin reconocerlo, le respondió, enojado
-¡Eres un impostor y un mentiroso! Un moribundo debiera decir la verdad… Jamás vi tu rostro
malvado en toda mi vida. Dime quién eres o te dejaré morir…
Y el heridprofunda y suave:
-Soy Satanás.
Al escuchar la terrible palabra, el Padre Samaan dio un grito tan fuerte que sacudió los rincones más
lejanos del valle, y, con los ojos llenos de espanto, miró nuevamente al herido reconoció que su figura
y sus heridas, coincidían con la figura y las heridas de Satán pintadas en una tela que colgaba de la
pared de una iglesia de la aldea, re presentando el juicio Final. Entonces, exclamó trémulo:
-Dios me reveló tu rostro y me mostró tu figura infernal para alimentar mi odio por ti. ¡Maldito seas
por siempre jamás! ¡La oveja enferma debe ser sacrificada por el pastor para que no infecte al rebaño!
Y el demonio respondió, con impaciencia:
-No te apresures, Padre, en perder tu tiempo pronunciando palabras vanas. Ven y cura mis heridas
antes que la vida se escape de mi cuerpo.
Mas el sacerdote le dijo:
– ¡Las manos que ofrecen sacrificios a Dios no se mancharán tocando un cuerpo hecho de las
secreciones del Infierno! ¡Tú debes morir maldecido por las lenguas de las Edades, por los labios de la
Humanidad, pues eres enemigo del Hombre y es intención confesa destruir toda virtud! Satanás se
movió angustiado, se apoyó en un codo y, dificultosamente se irguió respondiendo:
-No sabes lo que dices ni comprendes el crimen que cometes contra mi mismo.
«Yo soy la razón de ser de tu bienestar y de tu felicidad. ¿Menosprecias mis beneficios y niegas mis
méritos mientras vives a mi sombra? ¿No es mi existencia la justificación de tu profesión, y mi
nombre el que da sentido a tu vida? ¿Qué otra profesión abrazarías si el destino decretase mi muerte y
el viento esparciera mi nombre? Hace veinticinco años que recorres estas aldeas para prevenir a los
hombres de las trampas y ellos compran tus prédicas con dinero y con los frutos de sus campos. ¿Qué
otra cosa compra rían de ti, mañana, sabiendo que su enemigo, el demonio, murió y que están libres de
su maleficio?
«¿No sabes, en toda tu ciencia, que cuando la causa desaparece, las consecuencias desaparecen
también? ¿Cómo aceptarás, entonces, que yo muera si con ello perderás tu posición y el pan de tu
familia?
Calló Satanas. Y los rasgos de su rostro ya no expresaban réplica, sino confianza. Después, habló de
nuevo:
-Oyeme, oh impertinente ingenuo, y te mostraré la verdad que liga mi destino al tuyo. En la primera
hora de su existencia, el hombre, de pie frente al sol, extendió sus brazos y exclamó:
«-Tras las estrellas hay un Dios poderoso que ama el bien. -Después, volviéndose de espaldas, vio su
sombra en el suelo y gritó: -En las profundidades de la tierra hay un demonio perverso, adorador del
mal.
«Y el hombre
«-Estoy entre dos dioses terribles, uno es mi protector y el otro mi enemigo.
«Y durante siglos, el hombre se sintió dominado por ambas fuerzas; una buena, que él bendecía y
otra mala, que él maldecía.
«Después, aparecieron los sacerdotes. Y esta es la historia de su aparición:
«Una noche de verano, cuando los miembros d… murmurando fervientemente una
oración por la vida de Satanás agonizante…
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El demonio en la tierra — Robert Bloch

era la simple barrera que separaba la cordura de la demencia. .Una demencia negra en una habitación tapizada enteramente de negro. Iluminada por las rojas llamas de un brasero, cuyas ascuas eran como parpadeantes ojos infernales y llena de perfumes de especias, humedad y tumba.Era una estancia que pertenecía al siglo XV, arrancada a los sueños de los hechiceros y alquimistas.Cierto que las mesas y esta
Frascos con hierbas se hallaban junto a otros que contenían huesos pulverizados. El suelo estaba cruzado por dibujos pentagonales y signos del zodíaco, hechos con pintura azul fosforescente, y alguna otra materia que emitía radiaciones rojizas.Una pared estaba cubierta de libros. La luz se reflejaba en polvorientos y resecos volúmenes, que en un tiempo estuvieron en contacto con las manos de las brujas y los nigromantes.Por un momento, permanecí junto al profesor Keith, en tanto la férrea puerta que acabábamos de cruzar se cerraba detrás de nosotros. Unos ojos, de pronto, se fijaron en los dibujos y horrores de aquella habitación.De repente algo se movió en un extremo de la estancia y avanzó hacia mí. De momento, sólo era una sombrEL DIABLO
Ninguno de los tres que allí nos encontrábamos tenía fuerzas para mover un solo dedo. Mientras tanto, la presencia permanecía acurrucada en el centro del dibujo cabalístico, con su negra cara de macho cabrío iluminada por los fuegos. La peluda cabeza, los retorcidos cuernos, el diabólico y familiar rostro, todo fue cobrando forma y vida. Era, un cuadro, fruto de un sueño infernal.De pronto, la figura ent Seguir leyendo

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